sábado, 17 de noviembre de 2018

Y de repente el suelo está frío

Hace tiempo que el tiempo me pilla a contrapié. Ante mí surgen imágenes borrosas de días sucediéndose en un continuo desfilar. La luz brillante se ha hecho tenue y los días llorosos, y de repente noto el suelo frío bajo mis pies. 

Hacía demasiado tiempo que no tenía tiempo para correr hasta que hace unos días encontré por fin un momento para hacerlo. Me sorprendió en primer lugar el frío, alguien se había llevado el calor sin avisar. El suelo me pareció más áspero de lo usual y la luz había dejado de tener ese brillo de los días de verano. 



A veces cuando corro conecto con una parte de mi yo que me permite tener una experiencia diferente del mundo. Sabía, sé, que hace ya semanas que el verano se marchó pero no fue hasta que salí a correr descalza por las calles de mi ciudad que lo sentí de esa manera intensa en que se sienten las cosas que no se pueden obviar. 

Los músculos desentrenados no fueron un obstáculo, volver a correr me pareció algo tan normal que pude hacerlo sin más, olvidando que lo estaba haciendo. El suelo pronto dejó de estar frío y el frío se convirtió en calor. Cerré los ojos y me dejé inundar por un mundo paralelo de ideas, endorfinas, música y emociones mientras mis pies me hacían avanzar sin esfuerzo, como si no hubieran pasado muchas, demasiadas semanas desde la última vez que había salido a correr.