lunes, 12 de enero de 2015

El no-reto deportivo

Despedí el 2014 corriendo mi particular San Silvestre sola y descalza por las calles cada día un poco menos frías, cada día un poco menos ásperas, de mi ciudad. Sin obstáculo entre mis pies y la tierra fui soltando en cada paso el lastre acumulado durante 365 días. Horas corriendo, estudiando, llorando y riendo condensadas en 40 minutos de trote. Punto final y nuevo interlineado para un nuevo párrafo aún por escribir.

2015 comienza en una línea de salida superpuesta a la silueta borrosa de líneas anteriores. Una salida y una meta para una carrera nueva. 365 días llenos de sueños y proyectos pero sin objetivos deportivos concretos.



En 2014 corrí mi primera ultramaratón de montaña (la MiM) y conseguí que mi cuerpo sintiera como algo casi normal salir al monte cualquier sábado a correr más de 20 Kilómetros. Más lejos, más fuerte, más alto… Mis piernas me llevaron allí donde siempre pensé que no me podían llevar y mi cuerpo entero se volvió más fuerte.

¿Y qué hay de los nuevos retos? Todavía recuperándome de mi última lesión me cuesta imaginarme un objetivo deportivo concreto. Seguro que aparecerán nuevos objetivos y que serán bienvenidos pero ahora quiero disfrutar de las sensaciones que me transmite el suelo en esta nueva transición al descalcismo, propiciada por la lesión gracias a la cual me estoy convirtiendo en mejor corredora.



Sin nada concreto a la vista me queda la aspiración más ambiciosa: correr hasta el infinito y regresar para contar a qué saben los confines del mundo. Fusionar mente y cuerpo y tratar de contarlo. Olvidar los tiempos y los kilómetros para simplemente disfrutar del aire rozando mi cara mientras corro más allá de la velocidad de la luz, más acá de la supuesta lentitud de una pluma cayendo desde lo alto de la torre de un campanario.

Este año que empieza mi reto deportivo supera lo que consideramos deporte. Aspiro a seguir corriendo y a hacerlo cada día un poco mejor, a seguir aprendiendo de aquellos que más saben y a devolver lo aprendido escribiendo lo sucedido, por si a alguien le interesa. 

Tras 3 años de barefoot-minimalismo, tras días de experiencias solitarias y compartidas, tras miles de palabras leídas y conversaciones mantenidas, tras 1.095 días… aparece un reto diferente, ajeno al deporte, a los tiempos, ritmos y kilómetros. Una manera diferente de moverme, además de corriendo. 

Comienzo 2015 con las manos llenas de letras porque quiero aprender a correr con un teclado de ordenador entre las manos y a tener la paciencia y sabiduría necesarias para usarlo y contar mis experiencias de un modo regular en este blog, que lleva demasiado tiempo, como Lázaro, esperando que una voz le diga levántate y anda*.

Único, extraño, difuso y complicado reto: escribir y publicar. Ser capaz de explicar lo que dicen mis piernas y mi cabeza sobre las cosas del correr y del comer. Trataré de estar a la altura pero soy consciente de que éste es quizás para mí uno de los retos más difíciles.
*Aunque parezca una referencia a la Biblia ésta es en realidad una referencia a la rima VII de Gustavo Adolfo Bécquer. 

4 comentarios:

  1. Por aqui andaremos esperando tus noticias. Un saludico.

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    1. Otro saludico para ti Paco. Gracias por la visita :-)

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  2. Grandes pensamientos fina. Sabes que pasa cuando nos lesionamos y estamos "frenados" en esto de crecer deportivamente?? Pues que cuando la persona necesita seguir creciendo, se plantea retos distintos; se aprende a disfrutar de la espera a la recuperación, a mimar las lesiones, a observar como nos vamos curando poco a poco, a aprender a escuchar y sentir nuestro cuerpo y nuestra mente ávidos de deporte y expectantes día tras día a ver si llega ya esa recuperación. Aprendemos a saborear e incluso a disfrutar cosas y momentos distintos a hacer kms y superaciones físicas y mentales que ya volverán tras la recuperación que, te aseguro, llegará. Te animo a llenar el blog de pensamientos, ideas e inquietudes. Mucho animo en tu recuperación. Y salud.

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    1. Muchas gracias por tus palabras tan llenas de sabiduría. Las piedras del camino son buenas profesoras y hay que aprovechar que están ahí y no se van a marchar por las buenas. Tras cada una de ellas hay una lección por aprender.

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